El fallecimiento de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, determinó el comienzo de un período de convulsión política en nuestro país. La Reina Dª. María Cristina de Borbón-Dos Sicilias se hizo cargo de la regencia en el período 1833-1840, asumiendo las funciones correspondientes a la Corona ante la minoría de edad de la heredera al trono español, Isabel II, nacida el 10 de octubre de 1830. Este período fue de una trascendencia decisiva para el país, ya que se pasó de la monarquía absoluta al régimen liberal parlamentario, caracterizándose, como decimos, por una fuerte inestabilidad política.

Las posibilidades de acceso a la Corona de la hija de Fernando VII, una vez fallecido éste, había provocado el levantamiento de los partidarios del Infante D. Carlos María Isidro, hermano de aquél, que no reconocía la vigencia de la pragmática sanción promulgada por Carlos IV en 1789, y que no fue hecha pública por el monarca recién fallecido hasta marzo de 1833. En base a esta pragmática se permitía que las mujeres pudieran acceder al trono de España, en defecto de hermano varón, como era el caso, ya que tenían preferencia sobre los varones de parentesco más lejano. Y para contrarrestar a los carlistas, la Regente hizo concesiones a los liberales para que apoyasen la causa de Isabel II, lo que desembocaría en la revolución liberal de 1835-1837.

La transición política española sufrida entre los años 1833 y 1835 se caracterizó por diversos levantamientos de los partidarios carlistas, como fue el ocurrido en octubre del primero de los años señalados en Talavera de la Reina, y que fue evolucionando hasta que en 1834 el conflicto se convirtiera en una guerra civil, la primera guerra carlista.

Como hecho importante en este período, además, se ha de mencionar la promulgación el 19 de abril de 1834 del Estatuto Real. Este texto no debía ser considerado como un texto constitucional, entre otros motivos,porque no emanaba de la soberanía popular sino de la soberanía del rey absoluto que autolimitaba sus poderes por propia voluntad. Con este Estatuto se pretendía dar satisfacción a las dos partes en conflicto, tanto a absolutistas como a liberales, pero los primeros lo rechazaron y los segundos lo vieron tan restrictivo que sólo los más conservadores lo aceptaron.

En esta época, y en el plano de las corporaciones de tipo religioso no nos debemos olvidar del ambiente fiscalizador que las mismas venían soportando, siendo un claro ejemplo la desamortización auspiciada por el ministro liberal Juan de Dios Álvarez Mendizábal.

La historia de Málaga en esta etapa que comentamos está marcada por un tono radical de fuerte tensión, salpicada de situaciones insurreccionales y de rebeldía contra el poder central, ya sea para impulsar decididamente la revolución liberal, o para impedir otro tipo de despotismo. Además, la ciudad afronta en estas fechas su despegue económico, posicionándose por el bando liberal, lo que iría de la mano de conformarse en una ciudad en vías de expansión y en proceso de poblamiento creciente. Esto permitió el florecimiento industrial de la Málaga decimonónica con una alta burguesía cada vez más pujante a nivel nacional.

Y es en este ambiente de inestabilidad política y de incertidumbre que describimos de los años 30 del siglo XIX cuando el Ayuntamiento de la ciudad, concretamente en 1834, procede a llevar a cabo un inventario de los enseres de oro y plata que poseían las hermandades, cofradías, conventos, iglesias y parroquias, como paso previo a su confiscación para la obtención de fondos que sufragaran la lucha contra el carlismo[i].

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Nuestra Señora de los Dolores, de la capilla del Puente de Santo Domingo, fotografiada en la década de los años 50 del pasado siglo. Fuente: Fotografía Arenas.

De un análisis de este documento, y conociendo la posible finalidad práctica del mismo, de entrada, se extraen varias conclusiones. Por un lado, la ausencia de determinadas hermandades y cofradías que se encuentran perfectamente documentadas en el período al que nos referimos. Un ejemplo claro es el caso del Convento de Santo Domingo, en el que estaban activas las cofradías del Dulce Nombre de Jesús y de Ntra. Sra. de la Esperanza, y la de Ntra. Sra. de la Soledad, y de las cuales no aparece ningún tipo de dato en esta relación de entidades religiosas que hemos consultado. Por otro lado, hemos de subrayar la práctica inexistencia de ajuar de orfebrería en las hermandades que sí comparecieron para la conformación de este inventario. Ejemplos de esto último son los casos de Jesús El Rico, de Ntra. Sra. de los Dolores de los Santos Mártires, la del Cristo de Ánimas de Ciegos o la de la Esclavitud Dolorosa.

Igualmente, llama poderosamente la atención cómo se intenta dejar constancia de la titularidad privada de determinados objetos, para que no fuesen objeto de requisa. Por ejemplo, en el caso de la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte de San Pedro se señala que “el Srtiene una corona de plata propiedad de D. Mariano Basques”, mientras que para la Concepción Dolorosa se indica expresamente que no tiene nada en propiedad “y las alhajas qepudiera haber las tiene D. Franco(ilegible) como admôr del Conde de Villalcazar como dueño de todo esto”.

Con carácter general, son las hermandades sacramentales, junto con la de la Vera+Cruz en el Convento de San Francisco y la Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores, en la Parroquia de San Juan, las que aportan un mayor volumen de datos de sus objetos de plata. Debiera ser tan importante la información a proporcionar al Consistorio que hasta la Cofradía de la Vera+Cruz convocó un cabildo ex profeso para darle forma a estos datos. Como pensamos que es interesante dejar constancia, desglosamos las corporaciones que aparecen reseñadas para la conformación de este borrador auspiciado por el Ayuntamiento:

Templo

Hermandad/Cofradía

Parroquia de Santiago – Santísimo
– Llagas y Columna
– Humildad
– Ánimas
– Jesús El Rico
Parroquia de San Juan – Santísimo
– Ntra. Sra. de los Dolores
– Columna
– Ánimas
– Exaltación
– La Puente
– Jesús Nazareno
– Sagrado Corazón de Jesús
Parroquia de San Pedro – Buena Muerte
Convento de la Merced – Viñeros
– Jesús de la Sangre
– Ntra. Sra. de la Soledad
– Columna
Parroquia de los Santos Mártires – Santísimo
– Ntra. Sra. de los Dolores
– Ánimas
Convento de Santo Domingo No aparece referenciada ninguna hermandad
Convento de San Francisco – Vera+Cruz
– Ntra. Sra. de la Concepción Dolorosa
– Ánimas de Ciegos
– Humildad
– Jesús El Pobre
– Oración en el Huerto

– Orden Tercera

– Esclavitud Dolorosa

Iglesia de San Julián – Hermandad de la Caridad

Respecto de las hermandades del Santo Rosario no es muy prolijo el documento que comentamos, reproduciéndose algunos de los caracteres que ya hemos comentado respecto de las hermandades de pasión. Por ejemplo, en el caso de la Congregación del Santo Rosario de Ntra. Sra. de la Concepción, de la Parroquia de San Juan, se indica expresamente que se encuentra perdida. No obstante, el patrimonio de esta Hermandad se ha documentado, por ahora, hasta 1821 habiéndose constatado alguna actividad de la misma hasta casi veinte años después, en 1842.

Por su parte, también se señala de manera concreta que en “la Capilla de la Cruz de la Victoria no existe Hermandad y por consiguiente no hay nada”, en referencia explícita a la Congregación del Cristo de la Expiración radicada en la capilla de la calle Agua. Probablemente desaparecida la corporación con la llegada de los franceses a Málaga en febrero de 1810, como señala Jiménez Guerrero, los vecinos del barrio victoriano continuaron con el culto al crucificado existente, redactándose nuevos estatutos en los años 1849 y 1850.

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Capilla de la calle Agua, a finales del siglo XIX o principios del XX. Fue construida por el Rosario del Cristo de la Expiración. Fuente: Legado Temboury.

Este borrador de inventario, sin embargo, sí nos aporta datos en dos casos. Por un lado, nos habla de la “ermita de la bajada del Puente propiedad de los Sres Balverde de Ntra. Sra. de los Dolores”, y en la que tuvo su sede la hermandad rosariana que desde 1746 rendía culto a este venerado icono. En este sentido, se señala que existe “un resplandor y una espada de plata su peso aproximado de 8 onzas à 18 rs______ 144”.

Por otro lado, de la Hermandad de la Aurora del Espíritu Santo, que resulta ser una de las corporaciones más activas durante todo el siglo XIX, se señala que en su ermita situada desde finales del primer tercio del siglo XVIII en la zona de la Puerta de Buenaventura hay “un cáliz patena y cuchara su peso 21 onzas à 20 rs______ 420”. No obstante, el hermano mayor de la corporación, D. Juan Bache, asegura que no existe ni inventario ni posesiones de plata en la hermandad, dato que, como otros, quizás debiera valorarse en precario como hemos señalado anteriormente en otros supuestos.

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Ntra. Sra. del Rosario luciendo la corona a la que nos referimos. Fuente: fotografía propiedad de Alejandro Guerrero.

Llama la atención, además, que algunas corporaciones activas en este período al que nos estamos refiriendo, como son la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario de Santo Domingo o la Congregación de mujeres de Ntra. Sra. de los Remedios, en los Mártires, no sean mencionadas en este inventario, máxime cuando hasta nuestros días han llegado espléndidos ejemplos de orfebrería de ambas corporaciones, como son las coronas de plata que a día de hoy se conservan para el culto de sus Sagradas Titulares.

El primero de los casos, de autoría anónima, es una corona de tipo imperial con canasto decorado con motivos vegetales, mientras que la ráfaga se compone de una base de nubes de la que parten grupos de rayos lisos y biselados.

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Corona del Niño del Santo Rosario, obra de Manuel Marín entre 1790 y 1795. Fuente: fotografía del autor.

En el caso de la Virgen de los Remedios, también se conserva la corona del Niño del Santo Rosario. El punzón de ambas piezas se corresponde con el orfebre Manuel Marín, activo en Málaga entre 1790 y 1817. De este autor se conocen otras obras para nuestra ciudad como fueron los veintiún platillos de reverbero para la farola del Puerto, que se encontraba en construcción en 1816 y que fue concertada con el Coronel y Capitán de la Armada, Joaquín de Mengelina. Para la Catedral realizó entre 1813 y 1817 una serie de trabajos, como fueron la cruz destinada a la manga de la parroquia del Sagrario, otra cruz de altar, una corona para la Virgen de los Reyes y la puerta de plata del sagrario. También se conoce alguna obra suya en Antequera. Este juego de coronas de la Hermandad de los Remedios se encuentra realizadas en plata dorada y en su color, utilizándose para su construcción distintas técnicas. Se trata de coronas también de corte imperial, con motivos vegetales y cartelas en el canasto. En el caso de la corona de la Virgen de los Remedios se añada también una ráfaga compuesta por un grupo de nubes con cabezas de querubines y rayos lisos y biselados[ii].

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[i](A)rchivo (M)unicipal de (M)álaga, leg. 1845, pza. 52, co. “Contaduría capitular”, s/f.

[ii]SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio e HINOJOSA SÁEZ, Jesús. “Patrimonio de la Antigua Hermandad del Santo Rosario de Nuestra Señora de los Remedios” en Historia devocional en la Málaga del siglo XVIII. Área de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Málaga y Antigua Hermandad del Santo Rosario de Nuestra Señora de los Remedios. Málaga. 2007. Págs. 108-ss.

Agradecemos a @Ansantru la ayuda prestada para la localización de la fotografía de Ntra. Sra. de los Dolores.

Fotografía de cabecera: corona de Ntra. Sra. de los Remedios. Fuente: fotografía del autor.

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