Con estas palabras el canónigo de la Catedral malagueña Cristóbal Medina Conde y Herrera vino a resumir las consecuencias que, en la mentalidad de la religiosidad colectiva de la Málaga de mediados del siglo XVIII, tuvieron los terremotos padecidos en Europa, y especialmente en la Península Ibérica, en el mes de noviembre de 1.755. Se trata de una cadena de seísmos que, por su gran virulencia, no dejó indiferente a una población temerosa de que estos terremotos fuesen una manifestación de la ira divina.
En la presente entrada del blog pretendemos dar una serie de pinceladas sobre los terremotos que acaecieron en este mes de 1.755 para, después, centrarnos en las consecuencias físicas que tuvieron en la ciudad de Málaga y sus repercusiones en la religiosidad barroca del momento. En una segunda parte trataremos las particularidades concretas que estos acontecimientos tuvieron en determinadas hermandades rosarianas malagueñas.

La mañana del día de Todos los Santos.
El primero de los movimientos de tierra registrados en el mes de noviembre de 1.755, y uno de los más violentos que se han sufrido a lo largo de la historia, es el que tuvo lugar en torno a las diez de la mañana del día de Todos los Santos. Con su epicentro al suroeste del Cabo de San Vicente y con 9 grados en la escala de Richter, fue sentido en toda España, en parte de Europa y en el Norte de África. La superficie total afectada rondaba entre los 8 ó 10 millones de kilómetros cuadrados[i]. En nuestro país provocó un total de 1.275 muertos, de los cuales 1.214 fueron en Andalucía.
Las distintas crónicas conservadas sobre los sucesos acaecidos, como son por ejemplo las correspondientes a las ciudades de Lisboa, Cádiz, Écija o Málaga, coinciden en señalar tres movimientos de tierra distintos y separados entre sí por un minuto de duración, de la siguiente forma: una primera fase menos violenta que tendría una duración entre uno o dos minutos, le seguiría una corta pausa inferior a un minuto, continuando con un movimiento muy violento durante un intervalo de dos o tres minutos, para después de otra pequeña pausa iniciarse otro periodo más duradero de unos tres o cuatro minutos, de menor violencia y con tendencia a desaparecer. Así, nos encontramos ante un terremoto de carácter múltiple.
En Andalucía, las costas de la provincia de Huelva fueron afectadas gravemente por el maremoto que se produjo como consecuencia de este seísmo. En la ciudad de Cádiz, por otro lado, las olas provocadas alcanzaron los doce metros de altura, en comparación con los cinco metros de envergadura que se llegaron a registrar en Lisboa. Aun así, las murallas que rodean a la ciudad, aunque sufrieron graves daños, protegieron a la población. Si bien, el barrio de la Viña se vio inundado en diversas ocasiones. Distinta suerte corrieron otras poblaciones costeras gaditanas, como Conil de la Frontera, que fue destruido parcialmente, Chiclana, Sanlúcar de Barrameda o Rota.
En Jaén se produjeron daños en las torres de la Catedral, mientras que en Baeza se desplomó parte de su primer templo, así como la cúpula de la capilla de San Andrés.
Por su parte, en Sevilla se hundieron unas trescientas casas y resultaron dañadas otras cinco mil. En Écija varias de las torres de sus iglesias se vieron afectadas; mientras que en Utrera la de la iglesia de Santa María de la Mesa quedó totalmente destruida.
En la capital cordobesa los barrios más afectados fueron los de Santa Marina y San Lorenzo. Ambas parroquias vieron seriamente dañadas sus torres y se tuvieron que desalojar las casas que estaban alrededor de los templos. También se produjeron desperfectos de cierta envergadura en varios edificios públicos de la ciudad.
En Málaga el seísmo se sintió a las diez horas y tres minutos de la mañana[ii], momento en el que asistían en la Catedral los cabildos municipal y eclesiástico a los oficios propios del día de Todos los Santos. Según señaló el Padre Maqueda, religioso agustino, las vibraciones de los edificios en la ciudad se produjeron en el sentido norte-sur, dado que así lo manifestó el movimiento de la lámpara del altar mayor de ese templo.
En base a la encuesta que Fernando VI encargó al Gobernador del Consejo de Castilla y Obispo de Cartagena para que pueblo a pueblo de la geografía española se recopilasen determinados datos sobre este terremoto[iii], y que llegaron a contestar 1.216 localidades, sabemos que en Málaga no se produjo ninguna muerte y tampoco se identificaron heridos, si bien se señalaba que no se tenía constancia de un terremoto tan grave desde el año 1.672.

En nuestra ciudad algunos edificios y casas resultaron dañados, por lo que el Alcalde Mayor, Juan Miguel Díez, dictó un bando para que todos los maestros de obras, oficiales y peones fueren a la Plaza pública para recibir las órdenes correspondientes. De esta forma, se repartieron “unos al recinto de esta ciudad, otros al barrio del Perchel, Capuchinos, el de la Santísima Trinidad, el de la Victoria, barrio Alto, sitio de la Goleta, el de Guadalmedina, calle de Carretería y Ollerías”, para hacer reconocimiento tanto de los habitantes como de los edificios afectados.
Como resultado de estas visitas a las distintas zonas de la ciudad se detectaron algunas paredes rajadas pero que no amenazaban caída. Sí se señaló como especialmente resentidos una casa en la calle del Polvorista, en el Perchel norte, cuyo interior se había caído, el campanario de las monjas del Císter y una casa en calle Empedrada, en la Trinidad. Además, hubo que reparar noventa y siete casas particulares, así como realizar algunas obras en varios conventos, como el de Santa Clara, en las dominicas, o en las monjas de la Paz, entre otros, y en la casa de inválidos.
Gran preocupación causó en el Cabildo municipal, que a partir de estas fechas se reúne prácticamente a diario, el hecho de que una pared de la Cárcel Real se viniera abajo, no sólo por la obra que implicaba en sí, sino también por el riesgo de fuga de los reos y los problemas de orden público que se podrían derivar de esta situación. Así, el Ayuntamiento ordenó su reparación sin dilación, ascendiendo estas obras al importe de 1.900 reales de vellón[iv], estando concluidas el 13 de noviembre.
Tanto en el río Guadalmedina como en el mar no se detectó ninguna novedad ni movimiento sospechoso de las aguas, aunque en los pozos poco profundos sí se detectaban oscilaciones de nivel.

El 22 de noviembre los alarifes públicos aconsejaron al Cabildo municipal cortar el tráfico en calle Granada hasta el convento de Santa Clara, en la Puerta Nueva, en calle San Juan, en calle Beatas y en calle Nueva. Además, el día 24 se dictó un bando prohibiendo las alteraciones de los precios del material de construcción y de la madera.
Las reparaciones totales en la ciudad de Málaga ascendieron a 126.659 reales de vellón[v].
El temblor del agua.
Ahora bien, no fue sólo éste del primero de noviembre, como decimos, el único terremoto que hizo su presencia en Andalucía en el mes de noviembre de 1.755. Alrededor de las once horas de la mañana del jueves día 27 de noviembre se produjo un nuevo seísmo, independiente del anterior, con epicentro en el Mar de Alborán y que se sintió especialmente en Málaga, Granada y Melilla. Este terremoto tuvo una réplica alrededor de las tres y cuarto de la madrugada del día 29 de noviembre, como de medio minuto de duración, muy violento[vi]. Fue el conocido como el temblor del agua.
El Alcalde Mayor describía el terremoto del 27 de noviembre de esta manera: “que por cuanto en la mañana de este día, a poco después de las once de ella, por providencia de Dios y para nuestra corrección y enmienda, fue servido afligir este pueblo con nuevo terremoto, aunque de corta duración, bastante violento, pero por la fácil persuasión y creencia de algunos, o malicia y perversa intención, suscitó poco después la falsa voz de que saliendo el mar de sus límites, se iba introduciendo en este pueblo, lo que dio motivo a que precipitadamente, de hecho y sin reflexión, abandonasen la mayor parte de sus vecinos sus propias habitaciones, retirándose al campo y sitios eminentes, lo que ha causado gran consternación, a que se ha procurado ocurrir por medio de diferentes providencias de gobierno, y con el auxilio que completa y puntualmente ha concurrido de la tropa”[vii].
Efectivamente, este nuevo movimiento de tierra se produjo alrededor de las once de la mañana. Al igual que en el terremoto que le precedió el día 1 de noviembre, no se produjo ningún fallecimiento ni ninguna cuestión de salud pública.

Dos fueron los principales problemas que se generaron en Málaga a consecuencia de este terremoto: por un lado el rumor, infundado, de que el agua se salía del mar tal y como ocurrió en la vecina Cádiz el día primero de ese mismo mes y, por otro lado, los desperfectos que se generaron, nuevamente, en la Cárcel Real y que vinieron acompañados de un levantamiento de los presos.
En relación a la primera de estas cuestiones, fueron tan espeluznantes las noticias llegadas desde Cádiz en relación con el maremoto acaecido el primero de noviembre que el Alcalde Mayor de Málaga dictó un bando el mismo día 27, en el cabildo celebrado a las cuatro de la tarde, en el que pedía que se denunciase a quien difundiese infundadamente la creencia de que el mar se salía de sus límites. De esta forma, el día 2 de diciembre el Alcalde Mayor señalaba como autores de la propagación de esta falsa alarma a Francisco de Vejar y a Francisco Morales, ambos comerciantes que regentaban sendos negocios de especias y semillas en la Puerta del Mar.
Para vigilar los movimientos del agua se dispuso que se conformarían unos turnos de guardia en la torre de la Puerta del Mar y, en el caso de detectarse algo sospechoso, se haría tocar la campana conocida como Espantaperros. Esta guardia la llevarían a cabo los propios caballeros regidores de la Ciudad, por turnos de 24 horas y comenzando por el de más antigüedad. En este cabildo también se pidió a los vecinos que pusiesen luces en sus balcones y ventanas con la finalidad de iluminar mejor las calles, entendemos que con el objetivo de evitar alteraciones del orden público en la medida de lo posible.
Sin perjuicio de lo anterior, fue inevitable que como consecuencia del rumor extendido entre la población de que el mar se salía de su ubicación natural los malagueños abandonasen tumultuosamente sus viviendas y huyeran hasta el campo, dejando las casas abandonadas y la mayor parte de ellas abiertas y sin custodia de los efectos personales. Así, Medina Conde nos dice que los malagueños “en el estado en que estaban vestidos se fueron à los campos, alturas de Gibralfaro, y aun à las viñas de Chapera, y los montes se llenaron de gentes, sin poderlas contener”[viii].
Una tropa de veinte soldados fue enviada a la búsqueda de los malagueños que se habían guarecido en los montes, para además convencerles de que volvieran a sus casas.

En el caso de la Cárcel Real el levantamiento de los presos determinó que se doblase la presencia de la tropa, consiguiéndose así el rendimiento de aquellos. La seguridad del presidio se vio reforzada con la asistencia del Regimiento de Toledo, evitándose que se produjesen problemas de orden público tales como robos, hurtos y altercados callejeros, toda vez que la mayoría de las viviendas se encontraban deshabitadas de sus propietarios y abiertas. Aun así, para el mantenimiento de la paz ciudadana también se solicitó la ayuda del Excmo. Comandante General de la Costa de Granada, que atendió las peticiones del Cabildo municipal enviando efectivos a las calles de la ciudad. No obstante, en el cabildo del 12 de diciembre se daba cuenta de que aún faltaban por reparar los cerramientos altos y bajos, contiguos a la enfermería, y meter el pilar que tenía el suelo de los corredores, obras que ascenderían a unos 400 reales de vellón[ix].
Como consecuencia del seísmo del 27 de noviembre se hizo necesario reparar muchas más casas y edificios de los dañados en el terremoto del día 1. Para la identificación de los inmuebles, los caballeros regidores se dividieron por barrios y por las parroquias del centro de la ciudad. Diariamente iban reconociendo los distintos edificios acompañados de un maestro de obras municipal. Conforme pasaban los días, los daños localizados en los edificios eran mayores. El 30 de diciembre de 1755 se daba cuenta de que la mayoría de las casas dañadas ya estaban reparadas y que el tráfico de los coches en la ciudad estaba prácticamente normalizado.
La intercesión de lo sobrenatural ante el terremoto.
Toda esta situación que describimos determinó una serie de consecuencias en el plano religioso. La conmoción social fue tan dura por la tragedia desencadenada en estos terremotos que llegó a pensarse en una especie de castigo divino, máxime cuando un gran número de la población se encontraba en el interior de los templos el día 1 de noviembre durante la celebración de los oficios de Todos los Santos.

Fueron numerosos los casos en los que en las ciudades de Andalucía se acudió a la figura de la Virgen María como mediadora de todas las gracias[x], incluso llegando a construir monumentos y edificios en honor a la Virgen. Así podemos mencionar en el caso de Cádiz a la Virgen del Rosario, su Patrona, que fue sacada de su Iglesia en la mañana del 1 de noviembre y, dispuesta frente al mar en el Baluarte de los Negros, retrocedieron las aguas. Muy conocido es el milagro obrado por la Virgen de la Palma en el gaditano barrio de la Viña, cuyo estandarte acompañado de un crucifijo detuvo el maremoto que se disponía a asolar a la ciudad y a sus habitantes. En Cádiz, además, el Cabildo municipal renovó la memoria devota a Jesús Nazareno el 8 de noviembre de este año 1.755.

En Sevilla, a las imágenes de la Virgen del Amparo, de la Parroquia de la Magdalena, y del Rosario, de la de San Vicente, se les atribuyó la preservación de ambos templos y feligresías durante el terremoto del 1 de noviembre. Además, en el lugar al que se trasladó la función de Todos los Santos que se celebraba en la Catedral cuando se sintió el seísmo, se construyó un triunfo con la Virgen del Patrocinio, ante el cual el Cabildo municipal y eclesiástico se comprometieron a hacer una anual acción de gracias. De este terremoto también deriva la visión de las Santas Justa y Rufina sosteniendo la Giralda. En la provincia de Sevilla, la Virgen de la Oliva de Salteras fue procesionada extraordinariamente, mientras que en Marchena hizo voto de acción de gracias la Hermandad de la Aurora María[xi]. En Lebrija la Virgen del Castillo fue proclamada Patrona de la localidad por la protección otorgada a la misma. Por su parte, en Valverde del Camino, en Huelva, se llevó a cabo un voto de acción de gracias a la Virgen del Reposo.

A esta circunstancia de intermediación mariana en la salvación del pueblo, que en Málaga se atribuyó a la Virgen de la Victoria y a la Virgen de los Remedios, también hay que añadir en nuestro caso la celebración de un Te Deum en la Catedral y la organización de una procesión con la imagen de la Virgen de los Reyes y de los Santos Patronos. Como otras notas características de las consecuencias de estos seísmos de 1.755 en el plano religioso podemos añadir en el caso malagueño tanto la fundación de cofradías como la sacralización del espacio urbano. Estas dos últimas cuestiones serían protagonizadas, precisamente, por hermandades del Santo Rosario.
Como se informa en el cabildo municipal celebrado el 9 de noviembre, la curia eclesiástica había acordado sacar ese día en procesión general a la imagen de Ntra. Sra. de los Reyes, que se venera en la Catedral, y a las de los Santos Mártires. Además, el 16 de noviembre, a las tres de la tarde, tuvo lugar una procesión particular con el Santo Cristo de la Salud por “averse milagrosamente librado de la ruina y estrago que anunsio el espantable terremoto, del dia primero del corriente, y que por esta causa desean en acción devida de Gracias manifestar su fervor” los vecinos de la capilla del Santo Cristo, conduciendo a la Sagrada Imagen hasta el Convento de la Victoria[xii]. Los gastos de esta procesión, junto con la de un novenario que se tributó al Señor, ascendieron a 1.972 reales de vellón, que se acordó pagar de los propios de la Ciudad[xiii].

Una vez acaecidos los hechos del terremoto del 27 de noviembre, el Cabildo secular acordó hacer una fiesta a los Santos Mártires y a San Dionisio Aeropagita el 4 de diciembre, y a la Virgen de la Victoria el día 6 de ese mes, en acción de gracias “pr aver librado aeste Pueblo de las tribulaciones experimentadas en el mes pasado”. Además, se hizo voto de festividad todos los años el día 27 de noviembre en el Convento de la Victoria, con sermón, Su Divina Majestad manifiesto y con la presencia de San Dionisio[xiv]. Medina Conde nos dice respecto de esta fiesta que “la Ciudad celebra otra fiesta en la Victoria en dicho dia (27 de noviembre), yendo à pie à dar las gracias a nuestra Señora por haberse libertado de tanto mal por su poderosa intercesión”[xv]. Se venía así a dar carta de naturaleza a la intercesión de la Virgen de la Victoria en la salvación de la ciudad de Málaga en los terremotos sufridos en el mes de noviembre de aquel año. Además, en el cabildo municipal del 19 de diciembre se nombró a San Francisco de Borja como copatrono de la Ciudad y protector de Málaga contra los terremotos, acordándose hacerle una fiesta anualmente en su día en el Colegio de San Sebastián de la Compañía de Jesús, con asistencia de todo el Cabildo[xvi], celebrándose la primera el 31 de diciembre de 1.755.
Por su parte, el Cabildo eclesiástico trajo en misión a dos jesuitas. Estas misiones darían sus frutos correspondientes, ya que según Medina Conde la población estaba “movida à penitencia”[xvii].
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[i] Los datos técnicos sobre los terremotos del mes de noviembre de 1.755 utilizados para esta entrada del blog han sido extraídos de MARTÍNEZ SOLARES, José Manuel. Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755). Monografía nº 19. Dirección General del Instituto Geográfico Nacional. Ministerio de Fomento. Madrid. 2001.
[ii] En Andalucía, las horas de percepción del seísmo fueron las siguientes: Cádiz, a las 09:52; Córdoba, a las 09:56; Granada, a las 10:00; Sevilla, a las 10:04.
[iii] (A)rchivo (H)istórico (N)acional, Sección Estado, legajo 2.909, en MARTÍNEZ SOLARES, José Manuel. Op. cit. En base a las declaraciones contenidas en este legajo se han podido reconstruir algunos de los hechos acaecidos tanto en el terremoto del 1 de noviembre como en el del 27 del mismo mes en la ciudad de Málaga. Esta información se ha contrastado con las actas del Cabildo municipal.
[iv] (A)rchivo (M)unicipal de (M)álaga. AACC. 07/11/1.755, 10/11/1.755, 13/11/1.755 y 14/11/1.755.
[v] Los costes de reparación en otras ciudades andaluzas, a título de ejemplo, fueron los siguientes:
Huelva | 7.174.530 reales de vellón |
Sevilla | 1.806.600 reales de vellón y 10.000 ducados |
Lebrija | 3.200 ducados |
Mijas | 11.000 reales de vellón |
Ronda | 2.000 ducados |
El ducado se componía de 20 reales de vellón y 25 maravedíes. El real de vellón estaba formado por 34 maravedíes.
[vi] AMM. AACC. 01/12/1.755.
[vii] AHN, Sección Estado, legajo 2.909.
[viii] MEDINA CONDE, Cristóbal. Conversaciones históricas malagueñas. Parte IV. 1.792. Pág. 283.
[ix] AMM. AACC. 12/12/1755.
[x] JIMÉNEZ GUERRERO, José. Historia de una devoción popular: la Virgen de Zamarrilla. Colección “La Saeta”, Libros cofrades, 3. Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga. Málaga. 2.003. Pág. 19.
[xi] MARÍN HUESO, Salvador. “Y tembló la mente”. La piedad andaluza ante el terremoto de Lisboa de 1755, en http://www.lamiradacofrade.net
[xii] AMM. AACC. 15/11/1.755.
[xiii] AMM. AACC: 28/11/1.755.
[xiv] AMM. AACC. 01/12/1.755. Esta fiesta, así como la de San Francisco de Borja, aparecen continuamente referenciadas en las actas de años posteriores.
[xv] MEDINA CONDE, Cristóbal. Op.cit. Pág. 284.
[xvi] AMM. AACC. 19/12/1.755.
[xvii] MEDINA CONDE, Cristóbal. Op. cit. Pág. 284.
Fotografía de cabecera de esta entrada: Capilla de Santas Justa y Rufina, en la Parroquia de los Santos Mártires. Fuente: Legado Temboury.