En el año 1769 Manuel de Figueros, sacristán mayor y mayordomo de fábricas de la Iglesia de San Juan, había finalizado la construcción de un terrado, o terraza, con acceso desde su propia vivienda en el edificio del templo parroquial. Esta azotea se situaba sobre la sacristía que la Cofradía del Santo Rosario tenía en uso y propiedad. Por su parte, estas dependencias del Rosario se ubicaban justo encima de la sacristía mayor de la Iglesia y de la capilla de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Puente[1].
La ejecución de la obra por parte del sacristán había conllevado ciertos problemas estructurales en las dependencias del Santo Rosario. En ellas se guardaba gran parte de su patrimonio y alhajas. Por ello es por lo que, ese mismo año, la corporación rosariana inició un pleito judicial con la finalidad de que Manuel de Figueros deshiciese la obra que había llevado a cabo. Habiéndose obtenido una primera sentencia, la Cofradía decidió recurrir al tribunal eclesiástico radicado en Sevilla, incluso con la intervención del Nuncio. Queda constancia de este proceso en el estado de las cuentas de la Congregación correspondientes al año 1769, sumando todas las costas 416 reales y 8 maravedíes.
Sucede que durante el transcurso de este conflicto sobrevino el fallecimiento de Manuel de Figueros, al que sustituyó en sus funciones Juan de Santa María. A éste se dirigió la Cofradía del Rosario para recabar su interés en la continuidad del pleito por razón del oficio que ostentaba en la Parroquia. La respuesta dada por el sacristán fue el absoluto desistimiento de las pretensiones de su antecesor, e “hizo abandono y dejación del terrado en manos de la Cofradía”.
Ahora bien, los daños sufridos por las humedades en la sacristía del Rosario eran tales que la propia corporación no podía hacer frente a los mismos, si bien su situación económica no era realmente mala. Se tiene constancia de que en el ejercicio económico 1770-1771 se llevó a cabo una obra de reforma de estas dependencias cuyo coste ascendió a 250 reales de vellón. Además, respecto del patrimonio de la Congregación, se arregló la cruz que servía para los rosarios diarios.
Es en este momento cuando entra en juego una de las hermandades más pujantes que, por esa época, existía en la Iglesia de San Juan de nuestra ciudad: la Hermandad de Jesús de la Puente.
Ante un notario público, el 7 de abril de 1771, y cuando ya estaba finalizando la época de lluvias, se reunió en la Parroquial de San Juan y en forma de cabildo la Cofradía del Santo Rosario con la presencia de Pedro de Molina, cura de la Iglesia, y de Francisco Rando, teniente de cura. Por parte del Rosario se encontraban presentes Francisco Morales, Cristóbal García, Pablo de la Cruz y Francisco de Vega, todos ellos mayordomos de la Cofradía, así como otros cargos de la misma. Pero también acudieron a este cabildo miembros del órgano de gobierno de la Hermandad de la Puente, como fueron los mayordomos José Ferrer y Miguel García, el clavero Francisco Alvendaño, y el albacea José Garrido. Sin duda alguna, en la época del año en que se celebró este encuentro la Cofradía del Rosario ya habría tomado conciencia de los daños que las lluvias habrían producido sobre sus dependencias, ya que se da cuenta del perjuicio que “lastimaba y recalaba la techumbre” de la sacristía, quedando inutilizada su fábrica.
La Hermandad de la Puente, vista la situación en la que se encontraba la del Santo Rosario, propuso una solución. En este cabildo solicitaron que se les permitiese construir una habitación en el lugar en el que se ubicaba la terraza mandada hacer por el anterior sacristán. Es decir, esta habitación pasaría a ocupar el espacio superior de la sacristía del Rosario. Su entrada y subida no afectarían a dicha sacristía, sino que se llevarían a efecto por fuera de la misma, pasando a ser aquella de la entera propiedad de la Hermandad de la Puente.
Además, ésta fortificaría y renovaría las paredes de la sacristía del Santo Rosario y llevaría a cabo tanto un techo como estructura de la misma completamente nuevos, remozando, además, el suelo de la antigua terraza que ahora serviría a la habitación que se pretendía levantar. De esta manera, el Rosario no volvería a experimentar en su patrimonio los daños ya sufridos anteriormente.
Pero el ofrecimiento de la Hermandad de la Puente no quedaba ahí. También darían en propiedad a la Cofradía del Santo Rosario un espacio bajo la mesa del altar de San José, colateral de la nave del Evangelio, y que hasta aproximadamente 1768 fue ocupado por la imagen de Ntro. Padre Jesús de la Puente una vez que abandonó su altar en la capilla mayor. Igualmente, cedían en propiedad un hueco de “una vara en quadro” bajo la hornacina donde en aquel momento se encontraba la imagen del Señor, en la última capilla de la nave del Evangelio.
Siendo de utilidad todas las condiciones que se expusieron en este cabildo tanto para la Cofradía del Rosario como para la Hermandad de la Puente, ambas solicitaron que se aprobase este acuerdo y que se consintiese su ejecución. Los beneficiados de la Parroquia de San Juan no pusieron ninguna objeción al mismo, concediéndose las oportunas licencias para que el Santo Rosario pudiera hacer uso de los dos espacios que le cedía la Hermandad de la Puente, y ésta pudiera llevar a cabo la obra con las condiciones señaladas anteriormente. Además, y para que no quedara duda alguna sobre estas actuaciones, se dio poder a los mayordomos de ambas cofradías para pedir la correspondiente aprobación del Gobernador Provisor y Vicario General.
La etapa de bonanza económica que atravesaba la Hermandad de la Puente permitió que para el año 1772 se estuviese llevando a cabo una obra importante en su nueva sacristía. Las labores tanto de albañilería, carpintería y cerrajería ascendieron a 1635 reales[2]. Consta, además, que en estas dependencias se custodiaba el trono procesional del Sagrado Titular de la corporación. No debemos olvidar que, como exponentes de este auge económico que experimentó la Hermandad de la Puente por esta época, se había terminado de confeccionar la espléndida túnica procesional del Señor por María Teresa de Linde en 1768, año en el que también se reconstruyó la bóveda de la capilla. Además, en 1772 la Hermandad integró como corporación filial a la de la Entrada en Jerusalén; y en 1776 y 1778, respectivamente, se doró el retablo de la capilla de Ntro. Padre Jesús de la Puente y se instaló una reja de hierro como cerramiento[3].
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[1] Archivo de la Archicofradía de los Dolores de San Juan. Lib. 27. Cuentas de la Cofradía del Rosario de San Juan. 1762-1793.
[2] LLORDÉN, A. y SOUVIRÓN, S., “Historia documental de las Cofradías y Hermandades de Pasión de la Ciudad de Málaga”. Málaga, 1969. Pág. 447.
[3] www.lapuenteylapaloma.com. En “Extracto sobre estudio histórico realizado por Diego Hermoso Ruiz-Vázquez”.
Fotografía de cabecera de esta entrada: placa de la Hermandad de la Puente, 1815. Juan Arenas. Legado Temboury.
Fotografía del texto: Archivo de la Archicofradía de los Dolores de San Juan. Lib. 27. Cuentas de la Cofradía del Rosario de San Juan. 1762-1793.
Interesantísimo
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